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5.- Invasión musulmana en la zona de influencia de Agüero (711 – 1035)



Este periodo histórico comprendido entre el año 711 y el 1035 está siendo el que más me está costando trasladaros hasta la fecha. Es tal la cantidad de información existente que me ha sido complicado resumirla y estructurarla de cara a que se le haga amena y entendible al potencial lector. Y aún así dudo que haya podido conseguirlo. Os recomiendo la relectura varias veces para no perder detalles.

Son muchas y variadas las circunstancias que se dan en las tierras medias del Ebro y al norte del mismo en este periodo de tres siglos: constantes enfrentamientos entre facciones musulmanas e inestabilidad continua en el emirato/califato cordobés, disputas entre musulmanes y cristianos, conquistas y reconquistas por uno y otro lado, influjo del reino Franco de la Galia, aparición de condados pirenaicos y consolidación como fuerza hegemónica en la zona del reino de Pamplona.

Es importante que entendáis y comprendáis las distintas realidades que se dieron y coexistieron en la zona. Son dos mundos muy distintos (musulmanes y cristianos) que vamos a abordar en esta única y muy larga entrada. Conociendo esto os será más fácil entender el devenir de Agüero y el futuro Reino de Aragón.

Por ello he decidido tomar como hilo conductor a Agüero, ya que por fin disponemos de evidencias documentales sobre nuestra villa y he obviado entrar en profundidad en el contexto histórico de los 300 años de ocupación musulmana de nuestras tierras. Ello solo hubiese convertido este periodo y esta entrada en algo tremendamente farragoso para el lector, que simplemente está buscando evidencias y datos de Agüero. Para el resto ya están los libros de historia general o la bibliografía que os adjunto al final.



5.1.- Periodo inicial del emirato de Damasco (711 - 755):

En el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África (árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de Tarik y Musa derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Tras esta victoria los musulmanes se encontraron con un país desunido y débil, por lo que no hallaron demasiada oposición en los que aquí ya vivían. Así la península conquistada, bajo el nombre de Al-Andalus (“Tierra de los vándalos”), pasó a ser provincia del Emirato de los Abbasíes de Damasco.

Las ciudades visígodas ofrecieron poca resistencia, firmando pactos y capitulaciones: Écija, Jaén, Sevilla, Mérida, Toledo (713). Durante el invierno del 713 los ejércitos musulmanes alcanzaron las tierras del actual Aragón y ya en la primavera de 714 toman Zaragoza sin resistencia. Capitulan también por esas fechas Fraga, Tamarite, Monzón, Borja e incluso localidades montañosas del norte. Huesca y Barbastro fueron los únicos reductos visigodos que ofrecieron más resistencia y no capitularon por pacto, de tal forma que lo hicieron por la fuerza en 716. Pamplona opuso más resistencia aún, pero sin embargo fue finalmente ocupada en el 718 y obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes que establecieron un protectorado. Hacia el año 720 acaba la ocupación y sometimiento de la cuenca del Ebro y las tierras pirenaicas.

Las ansias expansionistas del Emirato de Damasco iban mucho más allá de los Pirineos, y de hecho intentaron conquistar también el reino Franco de la Galia, pero en la batalla de Poitiers (se cree que fue el 10 de octubre de 732 aunque hay fuentes que la sitúan incluso uno o dos años después) las fuerzas comandadas por el líder franco Carlos Martel, abuelo del futuro rey Carlomagno, derrotaron al ejército musulmán. Tras esta derrota los musulmanes parecen perder interés por las tierras transpirenaicas y se dedican a pacificar las tierras peninsulares, y en nuestra zona las tierras de los vascones y los valles pirenaicos que se negaban ya desde un principio al pago de impuestos.



Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Poitiers_(732) 


Tras la invasión musulmana, en las tierras del actual Aragón al norte del Ebro y hasta los pirineos, más que de ocupación, ya que apenas hubo asentamiento de nuevos pobladores, podríamos hablar de simple sometimiento. Al hilo de esto, y centrándonos más en la zona objeto de estudio, podemos decir que las Cinco Villas, Valdonsella y Sierra de Santo Domingo, al oeste del rio Gallego, entonces mal comunicadas y con poblados muy pequeños y aislados, tampoco debió tener un gran asentamiento musulmán desde donde dirigir las actividades políticas y económicas. Hay que pensar que fue una zona poco poblada seguramente por ser una especie de tierra de nadie junto a la frontera con el reino Franco del norte. Podemos asegurar esto por los escasos documentos encontrados de la época a la que hacemos referencia, y por la nula huella de arquitectura y de topónimos árabes en nuestra zona. El dominio musulmán en esta zona fue bastante efímero. Los musulmanes, que no son numerosos, solo dejan guarniciones propias en posiciones estratégicas: Pamplona, Zaragoza y Huesca.

Con la llegada del Islam la sumisión no es la misma en todas partes. No pagar el tributo en los valles pirenaicos más pobres es un primer paso de cara a la desobediencia y la rebeldía en busca de la independencia. Convertirse al islam en el llano, donde se encuentran los núcleos importantes como Pamplona, Huesca o Zaragoza, es sinónimo de progresar política y socialmente. Las gentes del valle del Ebro aceptan el Islam bajo la dirección de notables familias muladíes convertidas a la religión invasora del Islam. En este punto hay que nombrar al Conde visigodo Casio, que dominaba gran parte del Ebro medio y se convirtió al islam fundando la dinastía Banu Qasi y conservando así el poder en la zona con el beneplácito de las autoridades musulmanas. Otras familias muladíes, convertidas al Islam, en el distrito de Huesca en este caso, fueron la Banu Amrus y Banu Sabrit. Es necesario nombrar a estas familias conversas ya que ostentaron el poder en la zona que nos ocupa bien guardando fidelidad a la capital de Córdoba o bien revelándose contra ella, según las circunstancias y los intereses en cada momento.



5.2.- Periodo del emirato independiente de Córdoba (756-929):

En el año 756 el príncipe omeya Abd Al-Rahman, único superviviente de la masacre de toda su familia por parte de los Abbasíes de Damasco, llegó a Al-Andalus, derrotó al emir Yusuf, representante del poder de Damasco, y se hizo proclamar emir con el nombre de Abd al-Rahman I. En el año 773 rompió sus relaciones con los Abbasíes y se proclamó emir independiente de Córdoba.

Los jefes musulmanes del territorio ocupado, bien conversos o bien yemeníes (musulmanes verdaderos venidos con Tarik y Musa en el 711), dudaban entre la fidelidad a Córdoba y la autonomía, recurriendo ocasionalmente al apoyo cristiano. Todo esto generó entre 711 y 929 una gran inestabilidad en la zona debido a los constantes enfrentamientos entre los musulmanes de la zona y el poder emiral de Córdoba. Algo que fue aprovechado evidentemente por los incipientes reinos y condados cristianos para comenzar la reconquista.

Abd al-Rahman I trató de terminar con esta inestabilidad en el mundo musulmán y con los enfrentamientos entre los distintos clanes árabes que también se daban en otros puntos de la península Ibérica. A pesar de sus intentos de unificación, éstos fracasaron y tanto él como sus descendientes tuvieron que lidiar con esta inestabilidad dentro de sus territorios y con la amenaza constante de los cristianos del Norte

Abd al-Rahman I dividió el territorio de al-Andalus en tres marcas: la inferior, la media y la superior. La Marca Superior estaba formada por un amplio territorio, que incluía La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña. La ciudad de Zaragoza (Saraqusta) se estableció como capital de la Marca. Que a su vez quedó dividida en distritos, una serie de entidades administrativas menores, a cuyo frente estaba una ciudad. Centrándonos solo en el Altoaragón, este se dividió en los distritos de Huesca y Barbitaniya, con sede en Boltaña y después en Barbastro.

Tras la conquista musulmana de Hispania, los carolingios del reino Franco al norte de los Pirineos intervinieron en el noreste peninsular a fines del siglo VIII, con el apoyo de la población autóctona de las montañas. Estamos hablando de una época que coincide con el reinado del famoso rey Franco Carlomagno (768 – 814). La dominación franca de la zona Pirenaica se hizo efectiva tras la conquista de Gerona (785) y Barcelona (801). Se crea así la llamada por la historiografía como “Marca Hispánica”, integrada por condados dependientes de los monarcas carolingios a principios del siglo IX. Para gobernar estos territorios, los reyes francos designaron condes, unos de origen franco y otros autóctonos, según criterios de eficacia militar en la defensa de las fronteras y de lealtad y fidelidad a la corona.

Esta Marca Hispánica, en contraposición a la Marca Superior andalusí, iba de Pamplona hasta Barcelona. Tienen especial relevancia de cara a nuestro propósito por su influencia en el devenir de Agüero estos dos territorios:

  • Pamplona, con papel predominante en la zona, pronto se alejó del influjo carolingio. La dinastía de los Íñigos primero, gracias a sus alianzas con los reyes cristianos vecinos o con la influyente familia muladí de los Bani Qasi en la cuenca del Ebro medio, impulsó a Pamplona hacia una posición dominante en la zona constituyéndose en reino ya en el primer cuarto del siglo IX. Esta dinastía fue sustituida por la de los Jimenos, mucho más consolidada políticamente. De hecho, Sancho I Garcés (905-925), el primer monarca de esta dinastía Jimena, fue quién emprendió una decidida política de expansión territorial frente a los musulmanes, para lo que establece vínculos con los demás reinos cristianos. Estos avances de Sancho I Garcés son de vital importancia para la irrupción de Agüero en el contexto histórico de la zona.
  • Aragón, constituido en condado independiente en 809 en torno a los valles de Ansó, Echo y del Aragón. El conde Aureolo, funcionario carolingio, fue el primer gobernante. Poco después ya aparece una dinastía indígena, que encabezó el conde Aznar Galíndez y persistiría hasta principios del siglo X. Galindo Aznárez I, hijo de Aznar Galíndez, será el primero que se intitule como conde de Aragón propiamente dicho en el año 828, dejando de tener cualquier tipo de dependencia del imperio franco carolingio que ya estaba desintegrándose en ese momento. Para la supervivencia del condado en los primeros momentos fue necesaria una política de pactos y alianzas matrimoniales con los territorios vecinos, tanto cristianos como musulmanes. Estas alianzas permitieron la consolidación  del condado, propiciando también algún pequeño avance territorial y evitando incursiones musulmanas.
Los territorios de Sobrarbe, Ribagorza y los condados de Urgel, importante sede episcopal también desde 815 y Barcelona ya no nos interesan tanto por lo que no vamos a comentar nada más de ellos.

La población local de estos condados de la Marca Hispánica en general era diversa, incluyendo grupos montañeses autóctonos, íberos, hispanorromanos, vascones, celtas, bereberes, judíos, árabes y godos. Con el paso del tiempo, los jefes y las poblaciones se hicieron autónomos y reclamaron su independencia, especialmente tras la disgregación del imperio Carolingio en el 843.



Marca Hispánica en el 814.


Llegados a este punto las tierras de Agüero empiezan a ser relevantes ya que estuvieron enclavadas en el distrito de Huesca y fueron frontera entre la Marca Superior musulmana y la Marca Hispánica carolingia. Según el historiador y novelista Luis Zueco, a partir del año 874, y auspiciado por el emir Abd al-Raham II y especialmente su sucesor Muhammad I, se realizó en este distrito de Huesca un gran programa de construcciones para consolidar y favorecer el poder emiral. Hablamos de un sistema de fortificaciones ante el peligro cristiano de la Marca Hispánica de los Pirineos. Este sistema defensivo era una verdadera línea fortificada que protegía la frontera. Esta línea defensiva se basaba en las defensas naturales de las Sierras Exteriores, apoyadas por fortificaciones estratégicas. Aquí las tierras de Agüero, por su ubicación como ya veremos, pudieron resultar muy trascendentes.

Nos sigue contando Luis Zueco que a inicios del siglo el siglo X, desde las Cinco Villas hasta el valle del río Segre, musulmanes y cristianos se encontraban separados entre sí por una estrecha franja de tierra neutral que oscilaba entre 4 y 8 kilómetros jalonada por fortificaciones a ambos lados. Esta frontera septentrional del Islam frente a la Cristiandad en el espacio geográfico que nos interesa debía de estar conformada por la siguiente línea de ciudades, castillos y torreones/atalayas de vigilancia musulmanes: Calahorra (La Rioja), Falces (Navarra), Olite (Navarra), Caparroso (Navarra), Rada (Navarra), Carcastillo (Navarra), Valtierra (Navarra), Arguedas (Navarra), Sádaba (Zaragoza), Biota (Zaragoza), Malpica de Arba (Zaragoza), Yéquera (Zaragoza), Ayerbe (Huesca), Bolea (Huesca), Puibolea (Huesca), la fortaleza de la Peña de Sen (Huesca), Agüero (Huesca) y Murillo de Gállego (Zaragoza), atalayas estas dos últimas que cambiaron varias veces de manos.

En lo que respecta a Agüero, el enclave más probable de la ubicación de esta atalaya musulmana defensiva y/o de vigilancia en nuestro término municipal podría ser Castelmanco (actual Castillomango) y más concretamente en la punta del Castellazo encima de la actual ermita de San Esteban. Esta ubicación representa un punto muy estratégico, pues permite controlar el antiguo camino que, viniendo desde las Cinco Villas (Biel y Fuencalderas), atravesaba la sierra, pasando por Salinas Viejo y por Villalangua, en dirección al Pirineo. Debió de ser una torre/atalaya de vigilancia de pequeño tamaño, posiblemente de planta rectangular ya que era la norma en la zona de Aragón.

El rey Sancho Garcés I de Pamplona entre los años 921-922, con la ayuda de los astur-leoneses y ante la debilidad de los emires andaluces que sufrían múltiples revueltas internas, realizó una gran campaña por la zona de las Cinco Villas y la Valdeonsella, ocupando los castillos y atalayas defensivas musulmanas. El historiador Durán Gudiol nos cuenta que el 21 de Octubre del 921 el rey Sancho I Garcés de Pamplona se encontraba en el extremo oriental de su reino, en el monasterio de Fuenfría, en Salvatierra de Escá. Parece que el ejército Pamplonés acampó allí procedente de una victoriosa campaña por tierras del Ebro, desde Nájera a Tudela, y desde Fuenfría emprendió la conquista del valle del Onsella y de la comarca de los ríos Arba de Luesia y Arba de Biel, cuya fortaleza principal era entonces el castillo de Sibrana, al norte de Biel, campaña que le ocupó los últimos meses de ese año 921. Como consecuencia de la reconquista de estas tierras próximas ya a Agüero, los centros militares de mayor importancia pasarán a ser los castillos avanzados en aquel entonces de Sos, Luesia y Uncastillo, que sirvieron de nucleo para la formación de la línea de fortificaciones fronterizas frente o integrando, según se conquistaban, a las ya levantadas por los musulmanes. Varios de estos primeros castillos construidos por Sancho I Garcés, así como los reaprovechados o reconstruidos en plazas como Luesia, Sibrana, Uncastillo y muy posiblemente Agüero, fueron hechos de madera y tapial, según los estudios realizados por Canañero Subiza y Galtier Martí. Las grandes obras pétreas vendrían más tarde.

La cercanía de los bastiones musulmanes de Ejea, Tudela, Tarazona y Borja hizo que este monarca estableciera una frontera que cubría el flanco suroriental de su reino, frontera basada en el modelo musulmán, consistente en villas fortificadas para asiento de guarniciones permanentes. Esta línea defensiva nacía en Sangüesa, pasando por Sos, Uncastillo, Luesia, Biel, Castelmanco, Agüero, Murillo de Gállego y atravesando el Gállego, discurría por Loarre, Nocito, Secorún y llegaba hasta Buil, en el Sobrarbe, constituyendo un freno a la expansión musulmana y también del condado de Aragón.

En la primera mitad del siglo X empezamos a tener las primeras evidencias escritas de Agüero. Hasta ahora – durante prehistoria, romanización y periodo visigodo - Agüero no había existido como tal. Hemos hablado de vestigios arqueológicos, posibles asentamientos y posibles pobladores en lo que es el actual término municipal de Agüero, pero este no existía aún como villa hasta este momento. Es decir, que como resultado de esta campaña de Sancho I Garcés podríamos decir que nos encontramos ante el más que probable origen de Agüero (villa y castillo), inicialmente como baluarte defensivo en la Extremadura del reino de Pamplona. Os quiero hacer notar por tanto que la atalaya de Castelmanco, de más que probable origen musulmán y conquistada para el reino pamplonés por Sancho I Garcés, es más antigua que la villa-castillo de Agüero. Llegados a este punto es probable que Agüero ya contase con una población y vida comunal desarrollada, siendo por tanto Sancho I Garcés, quien dio vida a la zona tras haberse despoblado por ser escenario de frecuentes conflictos armados.

Paralelamente, Sancho I Garcés incorpora el condado de Aragón en el 925 al reino de Pamplona gracias al matrimonio de la aragonesa Andregoto Galíndez (922-943), hija de Galindo II Aznárez, último conde de la dinastía privativa aragonesa, con su hijo García I Sánchez, cuyo matrimonio trajo años de paz y prosperidad para ambos territorios y sus gentes.



5.3.- Periodo del Califato de Córdoba (929-1031):

Abd al-Rahman III, tras convertirse en Emir de Córdoba en 912, tuvo que intervenir en la Marca Superior ante los éxitos militares que ya hemos visto del rey pamplonés Sancho I Garcés. Lanzó desde la misma Córdoba un intenso ataque, la conocida “campaña de Pamplona”, en abril del año 924 con un inmenso ejército comandado por el mismo. Aquella campaña asoló las tierras de Navarra y destruyó Pamplona.

Abd al-Rahman III, tras proclamarse Califa en 929, consiguió la pacificación y unificación de al-Andalus con la diplomacia y con las armas y se hizo reconocer como líder indiscutible. Terminó con las revueltas internas y consiguió importantes triunfos frente a los cristianos del Norte. Bajo su gobierno, Al-Andalus alcanzó su máximo esplendor político, en arte, arquitectura, ciencia, medicina y literatura. Córdoba era una de las ciudades más grandes e importantes del Occidente.

La primera mención documental sobre Agüero y Castelmanco (nuestro Castillomango actual) es de 938, fechada el 14 de febrero. Este documento señala que García I Sánchez de Pamplona (934-970), hijo y sucesor de Sancho I Garcés, confirmó al monasterio de Leyre la donación hecha por el obispo Galindo de las décimas de los frutos recogidos en Sos, Uncastillo, Luesia, Biel, Lucientes (término de Longás),Sestrica, Orrio, Eliso, Castelmanco, Agüero, Tolosana, Murillo, Serracastiel y su dominio, Longás, Lobera, Castellon, Mianos, Sibirana (término de Luesia), Petilla (de Aragón) Polovagente, Espaniés y Asín, lo que indica que ya existían dominios cristianos por la comarca a mediados de la centuria, aunque luego se pierdan bastantes.

La historiadora Mª Jesús Berraondo dice sobre Castelmanco que se trataba de un castillo y villa. Estaba situado al noroeste de Agüero y al este de la aldea de San Felices. Restan cimientos del castillo o atalaya en la peña llamada el Castellazo que hay sobre la ermita de San Esteban, que debió de ser la iglesia de la aldea y del castillo. De la aldea se localizan restos y sepulturas en el collado de Abadía. Dominaba el castillo todo el camino del barranco de Castillomango y estaba en comunicación visual con Agüero y Eliso. Este enclave, tal y como hemos dicho anteriormente, podría considerarse anterior al castillo y villa de Agüero y haber formado parte de la red de atalayas defensivas musulmanas conquistadas por Sancho I Garcés en su campaña de 921 y 922.

Una vez conquistadas las tierras de Agüero, durante el resto del siglo X no hubo problemas serios con los musulmanes por toda esta comarca, a pesar de que estos, en los años 937, 940 y 994 intentaron apoderarse, sin éxito, de algunos enclaves como Uncastillo.

Volvemos a tener información sobre Agüero el 26 de marzo del 992, en tiempos del rey pamplonés Sancho II Garcés. Él y su esposa concedieron en esta fecha al monasterio de Santa Cruz de las Serós una serie de pueblos y vienes, entre ellos tierras y viñas de nuestra villa.

Y así llegamos ya al final del siglo X e inicio del XI. Bajo el gobierno del califa Hisam II destacó la personalidad de su visir, un noble cordobés, Abu Amir Muhammad, conocido por «Almanzor» (el victorioso por Alá). Este realizó múltiples campañas victoriosas contra los cristianos, pasando incluso por nuestras tierras y recuperándolas momentáneamente para el Califato de Córdoba. La historiadora Mª Jesús Berraondo nos habla también sobre esta campaña de Almanzor en nuestra comarca. Según ella, esta Extremadura se conservó prácticamente intacta hasta finales del siglo, 999-1000, años marcados por las operaciones de castigo de Almanzor sobre las tierras del condado de Aragón y el reino de Pamplona, operaciones que dejaron arrasadas y en sus manos buena parte de estas zonas y, por supuesto, la villa de Agüero. Posteriormente las crónicas de San Juán de la Peña y las del historiador del rey Sancho III el Mayor, hicieron referencia al estado de ánimo de las gentes de estas tierras ante la aparición de las tropas de Almanzor. El terror originado se mantuvo vivo durante años. “El miedo a los musulmanes obligaba a los cristianos a dormir con sus caballos en las habitaciones conyugales para así estar más prestos a salir huyendo”. Se trató, en efecto, de una campaña violenta y feroz que arrasó el país y que supuso la pérdida de toda la región de las Arbas entre otras. Se observa que desaparecen entre los años 1000 y 1025 todas las fuentes de información. Téngase en cuenta que huyeron a Francia la mayor parte de los monjes que eran los “notarios” o redactores de documentos o los “fiel de fechos” de la época. Afortunadamente los archivos monásticos han conservado la documentación anterior al año 1000 y la posterior al año 1025.


Situación en el año 1000.


Tras la muerte del caudillo Almanzor en el año 1002, se desploma el Estado andalusí debido a graves conflictos internos- la "fitna"- que desgarran y acaban violentamente con el Califato de Córdoba, surgiendo núcleos de poder autónomo - taifas - en numerosas ciudades musulmanas que a menudo los cristianos aprenden con habilidad a convertir en aliadas. Las incursiones islámicas de castigo y devastación en territorios cristianos son ahora esporádicas, liberándose así los territorios cristianos de las gravosas exigencias tributarias islámicas. Ahora las luchas contra el Islam no son de mera supervivencia y las iniciativas cristianas de Reconquista se ven coronadas de éxito. Reanudada la repoblación de territorios, los reyes pamploneses y condes pirenaicos muestran ahora una gran actividad otorgando exenciones y privilegios a las villas para atraer moradores y consolidar relaciones de vasallaje. Esos fueros son el principio de las libertades municipales o el comienzo de una organización administrativa y fiscal a nivel municipal.

Sancho III Garcés el Mayor, que reinó en Pamplona desde el 1004 al 1035, asiste al desmembramiento del imperio califal de Córdoba pero muestra muy poco interés por hacerse con sus restos. Su mirada se fija más en los estados cristianos que le rodean, reinos y condados debilitados por veinte años de guerra con los moros de Almanzor que todo habían destruído, mermando considerablemente las poblaciones. Cuando pudo afrontar la conquista de las tierras aragonesas, se encontró con un territorio materialmente deshecho, destruidos los monasterios e iglesias, en manos extrañas sus patrimonios, semiabandonados los pueblos y tierras de labor e imperando la ley del más fuerte. La primera época de su reinado la dedicó a recuperar el terreno ocupado y esta etapa duró desde 1016 hasta 1018. Fijó el extremo oriental de sus dominios en Perarrúa al norte y muy cerca de la fortaleza musulmana de Graus. Por el sur, también llegó a un entendimiento con su suegro, el conde de Castilla, para fijar la frontera entre Pamplona y Castilla, recuperando el dominio de la Rioja.

Es dudosa la fecha de 1033 de un documento en donde Sancho III el Mayor concede a Gallo Pennero un privilegio de ingenuidad en recompensa por haber conquistado el castillo de Agüero: “Pues te pusiste en peligro de muerte por servicio mío y con tus argucias e ingenios y por tu buen esfuerzo tomaste para mi el castillo de Agüero”. Decimos que esa fecha es dudosa porque existe constancia de que en el año 1027, varios señores de Agüero (llamados Bancio, Lope, García y Galindo) ofrecieron tierras a San Juán de la Peña y ellos mismos entraron como monjes. Ello quiere decir que en ese año la villa de Agüero ya estaba reconquistada. Por ello resulta más coherente la fecha que de la toma de Agüero nos da el historiador José María Lacarra, el cual dice que la toma del castillo de Agüero debe fecharse entre 1024 y 1025.

Tenemos que hacer un pequeño inciso en los cuatro señores de Agüero mencionados aquí arriba, ya que Mª Jesús Berraondo nos proporciona información muy relevante sobre ellos. Bancio era clavero del rey, es decir, la persona intermediaria entre el tesorero del rey y el pueblo para hacer efectivos determinados ingresos. En las villas donde no había baile, caso de Agüero, actuaba también como administrador del patrimonio real. Galindo era molinero. Los cuatro aportaron tierras en varios términos cuyos nombres, en parte, aún se conservan. Bancio, el clavero, una viña en el lugar de Balle Maiore (Val Mayor). Lope también terrenos en Balle Maiore y en la fuente del Sasso y varios más cerca de Sancti Stefani (San Esteban). García una viña en un lugar llamado Basili (se desconoce su ubicación) y otra en Balle Maiore. Galindo aportó su parte en el molino y tierras en Assu Maiore (Sasso Mayor).



La península ibérica el año 1030 durante el reinado de Sancho III.


En el año 1033, Sancho III en Mayor concede, el 19 de marzo, a Sancho Jiménez heredad ingénua (libres de cargas, pechas e impuestos) en Agüero. Todo ello por los buenos servicios prestados. En el documento se cita expresamente que la heredad de Agüero, casas, tierras y viñas, son las que allí había tenido hasta ese momento el obispo Blasco. Queda la duda de conocer quién fue ese obispo, si se trata de un obispo pamplonés (970-972) o se refiere al que fue obispo mozárabe de Huesca (996-997) del mismo nombre. Y aunque afincado en Agüero, no se tiene seguridad de que fuera originario de allí.

En otro documento de ese mismo año 1033 se cita como primer tenente conocido de Agüero a Jimeno Iñíguez.




El 18 de Octubre de 1035 moría Sancho III el Mayor. Pamplona será con este rey centro hegemónico de la España cristiana y raíz de todas las posteriores dinastías españolas. Sancho III el Mayor fue seguramente el monarca cristiano más importante de la Alta Edad Media y sin duda el primero que quiso unir a todos los territorios cristianos bajo su cetro.

Tras su muerte, y tras múltiples acontecimientos en los que no vamos a entrar, los territorios que nos importan quedaron en manos de tres de sus 4 hijos. García III Sánchez, su primogénito, le sucedió en Pamplona. Otro de sus hijos, Gonzalo, recibió Sobrarbe y Ribagorza y Ramiro el condado de Aragón y la parte del Serrablo. Gonzalo, muy joven y débil de salud según las fuentes de la época, fue asesinado el 26 de Junio de 1045 (nada se sabe sobre los motivos) y sus territorios pasaron a manos de Ramiro. Antes de ello, en 1043 y gracias a un acuerdo con su hermano García Sánchez, Ramiro incorporó a su naciente reino toda la Extremadura desde Peña y Sos hasta Agüero, Murillo, Carvavilla y Nocito. Así podemos decir que Agüero pasó a formar parte en ese momento de Aragón por primera vez y Ramiro I, de la dinastía Jimena de Pamplona, su primer rey.



5.4.- Reinos de taifas (1032 – 1492):

El Califato de Córdoba se mantuvo oficialmente hasta 1031. Hisam III fue el último califa nominal, pero sin poder. A su muerte, Al-Andalus se dividió en treinta reinos: los reinos de Taifas. Entre ellos destacan los de Valencia, Murcia, Toledo, Sevilla, Granada, Badajoz y Zaragoza. Esta disgregación del poder animó a los reinos cristianos en su avance hacia el Sur. De hecho la muerte de Almanzor fue aprovechada por Navarros y Aragoneses en nuestro territorio para iniciar definitivamente una reconquista que ya fue imparable.

Podríamos seguir hablando del Al-Andalus hasta 1492, momento en que el último rey nazarí rindió Granada a los Reyes Católicos, pero no lo haremos ya que nuestro territorio ya jamás volvió a estar bajo el dominio musulmán. Por ello lo dejamos en este punto, en el año1035, momento en el cual a la muerte de Sancho III el Mayor de Navarra podemos comenzar a hablar del nuevo Reino de Aragon, su primer Rey, Ramiro I, y de Agüero ya como territorio Aragonés. A partir de aquí las referencias históricas a Agüero son abundantes e interesantes. Nos centraremos en ello.



5.5.- El legado musulmán:

La península en general, y por supuesto también las tierras del actual Aragón, se transformaron gracias a las mejoras técnicas introducidas por los musulmanes, quienes reavivaron las vías de comunicación y potenciaron una buena infraestructura de regadíos.

Los árabes trajeron con ellos numerosos productos desconocidos en Europa que cambiaron la vida cotidiana como la seda, el algodón, el café, el papel, la naranja, el limón, el melón, la granada y el azúcar que venían del Oriente así como las alfombras, los adamasquinados y la pólvora.

A nivel de los conocimientos, introdujeron la numeración decimal, el álgebra, la trigonometría, el ajedrez, la alquimia, la química, la medicina con la cirugía y la astronomía.

Difundieron la poesía rimada y, gracias a ellos y a las numerosas escuelas de traducción que existían en el Al-Andalus de aquella época, se recuperaron los textos y las reflexiones del filósofo griego Aristóteles que se habían perdido.

La herencia musulmana se nota también a través de las aproximadamente 4000 palabras españolas que vienen del árabe:

  • A: aceite, almohada.
  • B: baño, barrio, bata, bellota.
  • C: chisme, alcohol.
  • D: daga, diván, dante.
  • E: elixir, engarzar, escaque.
  • F: faquir, farda.
  • G: gabán, gandul.
  • H: hazaña, hasta.
  • I: imam, islam.
  • J: jinete, jirafa, jota, joroba.
  • K: kermes.
  • L: laúd, limón, lima.
  • M: mazmorra, mezquino, mezquita.
  • N: nácar, noria, naranja, nazarí.
  • O: olé, ojalá.
  • Q: quintal, quilate.
  • R: rehén, rabal, rubia, rincón.
  • S: sandía, sorbete, saharaui, siroco.
  • T: tabique, talco, taifa, tarima.
  • U: ulema.
  • V: valija, valí, visir.
  • Y: yemení.
  • Z: zanahoria, zoco, zoquete.
  • Topónimos: Albalate, Albarracín, Alcampel, Alcolea, Calatayud, Abizanda, Andalucía, Albacete, Almería, Badajoz, Gibraltar, Guadalajara, Guadalquivir, La Mancha, Murcia
Pero lo más espectacular y conmovedor es sin duda la herencia a nivel de la arquitectura, como lo vemos a través de ciertos monumentos espléndidos y exquisitos como el Alcázar de Sevilla, la gran Mezquita de Córdoba, el suntuoso sitio de La Alhambra en Granada o la más cercana Aljafería de Zaragoza.

Según el escritor Vicente Blasco Ibáñez, “…..en esta fecunda amalgama de pueblos y razas entraban todas las ideas, costumbres y descubrimientos conocidos hasta entonces en la tierra”. En siglos posteriores, ya dentro de los territorios conquistados por los cristianos, hubo una gran involución debido a que la Iglesia Católica se encargó de prohibir y perseguir muchos de estos avances, ideas, costumbres y/o creencias: la alquimia, la química, la medicina, la cirugía, la astronomía, textos de Aristóteles …… creencias religiosas de distinto credo.





  • BERRAONDO, M.J: Agüero y Murillo de Gállego - datos históricos. Informe mecanografiado. Zaragoza, 1988.
  • BRIZ MARTÍNEZ, JUAN. Historia de la fundación y antigüedades de San Juan de la Peña. Iván Lanaja y Quartanet. Zaragoza, 1620.
  • BUESA CONDE, DOMINGO J.: Historia del Alto Aragón. Ed. Pirineo. Huesca, 2000.
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