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3.1.- ROMANIZACIÓN (I): Guerras de conquista en periodo republicano.

Esta es la primera entrada de una serie de cuatro relativas a la Romanización de Hispania en general y de las tierras del norte del Ebro en particular. Soy consciente de que los que me seguís, mayormente Agüeranos o con vínculos con este pueblo, estáis ansiosos por saber cosas particularmente de Agüero. Pero he de deciros que sin un entendimiento previo del contexto histórico general, nos quedaríamos cortos en este estudio. Por ello en esta entrada y en las dos próximas las referencias a Agüero van a ser escasas, pero si vamos a hablar de hechos históricos que les ocurrieron a los habitantes indígenas de nuestras tierras (los suessetanos) y del progreso/decadencia socio-económicos de la mismas hasta mediados del siglo V.


Vaya por delante también que a lo largo del relato de hoy, y a pesar de no ser una tribu tan relevante como otras, voy a ir hablando también del pueblo de los suessetanos para que el lector lo ubique dentro de los acontecimientos generales. Tal vez el hablar de ellos en algún caso no venga a cuento, pero es necesario hacerlo. Su trascendencia dentro de estos acontecimientos generales de la época puede considerarse menor, por no ser un pueblo beligerante y si muy sumiso a la fuerza dominante, pero he de centrarme en ellos dado que fueron antiguos pobladores de la zona de influencia de Agüero.




3.1.1.- Segunda Guerra Púnica en Península Ibérica y Aragón.



Las primeras noticias referidas a los acontecimientos que condujeron a los romanos a estas tierras de Aragón proceden de los fragmentos que han llegado hasta nuestros días de la obra de Polibio y, sobre todo, de Tito Livio y de Apiano. Todo comenzó con el interés que los romanos mostraron por la península Ibérica o, mejor dicho, por evitar que los Cartagineses instalados en ella pudieran llegar a aliarse con los Galos Cisalpinos allá por el 226 a.C. Hasta el otoño de dicho año los romanos no habían reparado en la península Ibérica pero el poderío de Asdrúbal el Bello (no confundir con Asdrubal Barca, hermano de Aníbal) en Nueva Cartago (Cartagena, Murcia) y el distanciamiento de éste con el Senado de Cartago (Túnez) propiciaron entonces el envío de la primera embajada romana que desembarcó en la península Ibérica. Resultando del encuentro de los legados enviados por el Senado de Roma para entrevistarse con Asdrúbal el Bello el acuerdo conocido como Tratado del Ebro, por el que los Cartagineses se comprometieron entonces a no cruzar dicho río hacia el norte para hacerle la guerra a Roma. Con lo que los romanos volvieron a desentenderse de los asuntos de la península Ibérica. Pero todo cambió con el asesinato de Asdrubal el Bello – posiblemente por su fidelidad a Roma y al cumplimiento del Tratado del Ebro – lo que favoreció la irrupción de su cuñado Anibal como nuevo líder Cartaginés, mucho más beligerante con los pueblos hispanos y con Roma. Anibal se hizo inmediatamente con el control de todo el territorio situado al sur del Ebro, con excepción de Sagunto.



En verano de 218 a.C. Aníbal establece una alianza con los ilergetes que le facilitaron el paso al norte del Ebro por la actual Mequinenza (Zaragoza), desde donde su poderoso ejército sometió a todos los pueblos situados entre este río y los Pirineos. Aníbal dejó en estas tierras algunas tropas para salvaguardar sus nuevos territorios pero el grueso del ejército continuó su legendaria marcha hacia Roma cruzando los Alpes. Roma no tardó mucho en recuperar estas tierras al norte del Ebro, concretamente en otoño de ese 218 a.C. estos territorios ya habían pasado a poder de Roma otra vez.


 

Pero en el resto de Hispania las cosas no iban tan bien para los Romanos ya que la cabeza visible de Cártago, el hermano de Aníbal, Asdrúbal Barca, derrotó por separado y dio muerte en 212 a.C. a los hermanos Escipión (Publio y Cneo). Llegados a este punto volvemos a tener noticias de los suessetanos, afincados por estas tierras. Nos consta que este pueblo, ante la llegada de los romanos, a quienes tomaron por invasores, se aliaron en algún momento con los cartagineses, concretamente debió de ser en el año 211 a.C., aprovechando la posición de fuerza de Cártago tras los éxitos de Asdrúbal Barca.



Roma comprendió que era necesario desalojar a los cartagineses de Hispania y envió a Publio Cornelio Escipión, hijo del fallecido Publio y futuro Escipión el Africano. Este, con apenas 20 años en el 209 a.C., arrebató Nueva Cartago a los cartagineses y derrotó en la batalla de Baecula a Asdrúbal Barca en un par de muestras de audacia por su parte, una de las cuales le llevó a granjearse el apoyo en esta batalla de los líderes indígenas Mandonio (jefe de los ausetanos, tribu afincada por las actuales tierras de Vic) e Indíbil (jefe de los ilergetes).



En 206, terminada ya la segunda guerra Púnica en tierras de la Península Ibérica - aunque esta continuó algunos años más en Italia y Africa -  con la victoria del ejército romano sobre los Cartagineses, los suessetanos se vuelven aliados de Roma. Estas idas y venidas en sus fidelidades, siempre de parte del más fuerte, nos da una idea de que no era un pueblo tan guerrero como sus vecinos los iacetanos o ilergetes. Para tener una estabilidad posiblemente necesitaban estar arropados por la fuerza imperante en cada momento.




3.1.2.- Guerras Celtibéricas.



Es en el 206 a.C., una vez expulsados los cartagineses de la península es cuando comienza la verdadera conquista de Hispania. Pero nosotros vamos a centrarnos en las tierras aragonesas, y más concretamente al norte del Ebro.


Fuente: HISTORIAYESO Juanma Sánchez


Indíbil y Mandonio, cabecillas de ilergetes y ausetanos respectivamente, pronto descubrirían que los romanos no habían venido con intención de respetar su independencia, sino para someterles a su dominio, por lo que iniciaron su lucha contra Roma con el apoyo de otras tribus como los iacetanos y mercenarios celtibéricos venidos de las tierras al sur del Ebro. En 206 a.C. tiene lugar una primera revuelta. Antes del enfrentamiento con los romanos, Indíbil devastó el territorio de los suessetanos, vengándose por su alianza con los romanos. Es de suponer que las ordas de Indíbil y Mandonio pasaron por las tierras de Agüero, o muy cerca de ellas, camino de las altas Cinco Villas, lugar donde se cree que se produjo la batalla campal con Publio Cornelio Escipión "Africanus". Este cruzó el Ebro tan pronto como fue conocedor de la sublevación, derrotó a los sublevados y los restauró en su condición de aliados a cambio del pago de una cantidad de dinero. 



Cuando en 205 a.C. Escipión salió de Hispania en dirección a África, Indíbil volvió a sublevarse. Reunió un gran ejército de treinta mil hombres y cuatro mil jinetes. Los romanos dirigidos por Lucio Cornelio Léntulo y Lucio Manlio Acidino derrotaron  a este ejército de Indíbil, el cual murió en la lucha. Mandonio pudo escapar con el resto del ejército, pero pronto fue entregado a los romanos por los propios seguidores y ejecutado.



Años después, en el 195 a.C., y tras nuevas revueltas generalizadas al sur del Ebro en tierras celtibéricas, el Senado romano manda a Hispania al cónsul Marco Porcio Catón al frente de treinta mil hombres  Tras amedrentar a los revoltosos celtíberos del sur cruzó el Ebro hacia el norte para terminar de someter al único pueblo que todavía no lo estaba, el de los iacetanos. A comienzos del 194 a.C., toma la ciudad de Iaca con ayuda de los suessetanos. Según Tito Livio (XXXIV, 20; Sexto Julio Frontino III, 10.1), sabedor Marco Porcio de la enemistad de los suesetanos con los iacetanos, quienes de manera constante atacaban sus campos, se valió de esta enemistad para tomar la ciudad iacetana. Con cinco cohortes de caballería romana (unos 2500 soldados de caballería) y un gran contingente de suessetanos se acercó a la ciudad fortificada de los iacetanos, ocultando sus jinetes en las cercanías y ordenando a los suessetanos acometer al enemigo. Los iacetanos, acostumbrados a vencer con asiduidad y facilidad a los suessetanos, salieron fuera de sus murallas para atacarlos, desguareciendo su fortaleza, momento que aprovechó Catón para tomar la ciudad.



El fin para los suessetanos se produjo diez años después en el 184 a.C., cuando se sublevaron ante Roma, siendo el motivo desconocido ya que se trataba de un aliado fiel, siendo fulminante la respuesta de Aulo Terencio Varrón, pretor de la Hispania Citerior, quien asedió y sitió con máquinas de guerra la ciudad de Corbio y tras vencer, vendió a los suessetanos como esclavos. ”…..En la Citerior, en territorio suessetano, Aulo Terencio tomó al asalto con manteletes y obras de asedio la plaza de Corbión y vendió los prisioneros; a partir de entonces hubo tranquilidad en los cuarteles de invierno en la provincia citerior” (Tito Livio XXXIX, 42). Del relato que Livio hace del asedio a Corbio, se desprende que la ciudad estaba amurallada, de lo contrario no hubiera utilizado manteletes y máquinas de asedio para su toma.

 

 

Tras la destrucción de Corbio, no se menciona más en las fuentes de la Antigüedad al pueblo de los suessetanos, ocupando parte de su lugar geográfico, principalmente las tierras más occidentales, el pueblo de los vascones, aliados de Roma, obteniendo importantes beneficios por su colaboración con el nuevo poder que se extendía por la Península Ibérica.



Las tierras aragonesas al norte del Ebro están ya prácticamente pacificadas en este momento, pero las guerras celtibéricas siguen en otras zonas de Aragón donde los pueblos indígenas presentan gran resistencia a Roma hasta la caída de Numancia en 133 a.C. Posteriormente siguen habiendo pequeños rebrotes de insurgencia tratando de recuperar la independencia frente a Roma pero ya a partir del 49 a.C., tras el enfrentamiento civil entre Julio César y Pompeyo, el actual territorio aragonés queda totalmente pacificado e Hispania conquistada, dando comienzo así la romanización.




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