NOTA PRELIMINAR.

Queridos lectores y apasionados de la historia.

Pongo a vuestra disposición este humilde blog en el cual, a través de innumerables y futuras entradas, pienso compartir todos los datos históricos que he sido capaz de recopilar sobre mi pueblo, Agüero (Huesca).  

Soy farmacéutico de formación y no soy historiador, aunque si amante de la historia y de mi pueblo, Agüero. Ambos hechos, sumados a la relevancia histórica de esta villa a lo largo de los siglos, me han llevado a embarcarme en este proyecto. Espero perdonéis los errores que pueda cometer, que en ningún caso van a ser de reescritura de la historia ni de carácter revisionista de la misma.

La zona de Agüero tuvo una intensa prehistoria y posterior romanización pero los primeros datos escritos oficiales de Agüero no se encuentran hasta el año 938. En estos documentos del siglo X aparece con su nombre que recuerda la idea de una tierra seca, como era en realidad. Un topónimo que estaría relacionado con la voz Aragonesa de agüerro, "otoño" y que derivaría del término agor, que significa "seco". 

En este siglo X ya formaba línea de vanguardia, junto con otros castillos de la zona, en la Extremadura aragonesa ante los musulmanes de Ayerbe, Bolea, Huesca y Ejea. 

Fuente: Agüero. Edición de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja nº 58.

El castillo de Agüero, del cual ya no quedan restos visibles, tuvo una importancia capital entre los siglos X al XII. Conocemos documentalmente los nombres de todos sus "tenentes" a lo largo de estos siglos hasta que cesó su interés táctico. En el siglo XIII Agüero forma parte ya de la Baronía de Ayerbe y desde el siglo XIV hasta inicios del XX la villa  perteneció al señorío de los Gurrea. Distintas familias fueron a lo largo de los siglos las que ostentaron los Honores de los Gurrea: los propios Gurrea,  los Atarés, los Atarés del Villar, los Contamina del Villar y finalmente los Parcent y Contamina. Cabe decir que el conde de Parcent a inicios del siglo XX tan solo ostentaba ya el derecho de patronato de la Iglesia parroquial y ya no se le tributaba ningún impuesto de vasallaje.

Agüero, según la división provincial actual que data del año 1834, pertenece a la provincia de Huesca. Ese mismo año también quedó encuadrado en la Jacetania hasta la reciente ley de comarcalización de Aragón de 2006, que pasó a formar parte de la Hoya de Huesca. Con anterioridad a 1834 estuvo integrado en la Sobrecullida de Tarazona (s XVI), en la Vereda de Tarazona (s XVII) y en el Corregimiento de las Cinco Villas (s XVIII hasta 1833 en s XIX). Agüero ha sido siempre la línea divisoria entre llano y montaña, “tierra de frontera” según Domingo Buesa, y posee las peculiaridades de las dos regiones a las que ha pertenecido históricamente: la Jacetania, o “las tierras de Jaca” como aparece en algún escrito medieval, y las Cinco Villas. 

Eclesiásticamente inició su andadura en el siglo X perteneciendo a la diócesis de Pamplona. Ya desde entonces, y a lo largo de los siglos, hubo un “baile” entre las diócesis de Jaca y Pamplona, hasta que en 1785 una bula papal estableció definitivamente su pertenencia a la diócesis de Jaca.

La bibliografía en la que va a estar basado este trabajo de recopilación histórica la puedes encontrar aquí. El núcleo está constituido por el trabajo de investigación de Mª Jesús Berraondo y las fuentes del mismo (BERRAONDO, M.J.: Agüero y Murillo de Gállego - datos históricos. Informe mecanografiado. Zaragoza, 1988). Curiosamente el periodo comprendido entre las últimas décadas del siglo XIX y todo el siglo XX me ha resultado el más complicado de recopilar. Para ello he tenido que recurrir principalmente a la hemeroteca del Diario del Altoaragón. Por ello quien me siga va a encontrar un cambio a la hora de presentar los datos a nivel de narración y contenido en este último siglo y medio.

Fuente: el Autor.

Estas cuatro notas preliminares constituyen el arranque de este blog, del cual solo espero que pueda servir de algo a unos pocos entusiastas de la historia y por supuesto a todo aquel que lleve Agüero dentro de su corazón. No tengo mayores pretensiones.

 

Gracias.

Gonzalo Castán.